Europa en nuestras vidas, por Francisco Sosa Wagner

Artículo publicado en el diario La Verdad

En pleno proceso electoral europeo me gustaría aprovechar la amabilidad que me proporciona este prestigioso diario de la ciudad de Murcia para hacer ver a los ciudadanos la importancia de la cita que tenemos con las urnas el próximo día 25 de mayo.

Contribuir a la existencia de una Europa unida es la aventura más relevante, desde el punto de vista social, en la que es posible participar. Solo nuestra unión nos permite disponer de instrumentos aptos para conformar la realidad, pues dividida, Europa no cuenta; juntos, los europeos tenemos la posibilidad de llegar a ser uno de los más originales motores del nuevo gobierno de la mundialización y, además, proteger en este territorio con especial solvencia libertades, derechos fundamentales y bienestar de ciudadanos y trabajadores. Decía Paul-Henri Spaak, un político belga que vio a las instituciones europeas mecerse en su cuna, que «todos los estados europeos son pequeños, lo que ocurre es que algunos no lo saben». De ahí la importancia de una Europa sólida que sepa luchar contra sus grandes carencias y males –envejecimiento de su población, dependencia energética, delincuencia organizada, crisis económica feroz– es decir, de un poder público legitimado democráticamente destinado a desactivar aquellas resistencias sociales que son cápsula donde anidan y se enrocan las injusticias sociales, hoy de alcance y dimensiones globales.

Nuestro país, España, se ha beneficiado de cantidades ingentes de estos fondos de solidaridad europea que han permitido cambiar nuestras ciudades, fomentar la actividad empresarial, ayudar a trabajadores en sectores con especiales problemas, mejorar la movilidad y el transporte en zonas alejadas, asistir a minorías marginadas, gestionar las consecuencias de inundaciones y otras desgracias. Esta Región de Murcia ha recibido, solo en fondos Feder en los últimos cinco años, 524 millones de euros.

Y esto se hace con un presupuesto más bien modesto. La cantidad que se dedica a administración y personal –incluida la retribución de miles de intérpretes y traductores– apenas si pasa del 6% del total del presupuesto de la Unión. De manera que el 94% restante tiene como objetivo desarrollar políticas concretas destinadas a las regiones, a los corredores ferroviarios de alta velocidad, a los agricultores, a la cultura, a la defensa ambiental, a la investigación, a la lucha contra la delincuencia transfronteriza, a las infraestructuras energéticas o de transporte, a las ayudas a regiones más pobres, al fomento del empleo, a aliviar las dificultades de trabajadores en sectores económicos con dificultades.

De la crisis económica solo saldremos con el esfuerzo de los españoles y con la ayuda de los potentes instrumentos de desarrollo que proceden de Bruselas. En especial, el combate contra el mal atroz que supone el desempleo lo libraremos con éxito si contamos con la política de inversiones europeas.

Europa es el espacio que alberga la grandeza de un mundo nuevo. Lo contrario es dar alas al nacionalismo, el gran enemigo del progreso y la paz en Europa.